Ha llegado, otro año más. Seis y media de la mañana de un viernes de octubre y se escuchan maletas en el barrio de la judería. A esa hora cualquier otro viernes no se escuchan apenas pasos, pero este es un viernes diferente. Las calles colindantes a la avenida Doctor Fleming y a la Ribera se llenan de coches y de voces jóvenes que destilan emoción y ganas. Se ven “petos” naranjas que agrupan adolescentes por autobuses y estandartes de colores que guían el paso a los grupos que en un fin de semana se convertirán en familia. Los seminaristas cargan con sus maletas, saludan con una gran sonrisa y mucho cariño a los jóvenes y llenan de alegría el punto de encuentro de los peregrinos. Juntos ponen rumbo a tu Catedral para una celebración que da el pistoletazo de salida a algo muy especial. Ha llegado, otro año más, Guadalupe. La Delegación Diocesana de Juventud de la Diócesis de Córdoba organiza la peregrinación anual hasta las plantas de la Virgen de Guadalupe. Un fin de semana señalado para cientos de jóvenes de toda la provincia y que este año celebra su vigésimo cuarta edición.

Han pasado veinticuatro años desde la primera vez que los jóvenes cordobeses, animados por D. Javier Martínez, por aquel entonces Obispo de Córdoba, pusieran su corazón ante la patrona de Extremadura y Reina de la Hispanidad. Los que ya llevan muchos Guadalupes en sus pies saben que cada año es diferente, pero lo que no cambia es el brillo en los ojos de los que tienen un Guadalupe grabado a fuego en su corazón. Son muchos jóvenes que ya peinan canas y siguen acudiendo sin falta a la cita, incluso los hay que participaron como peregrinos y responsables de la Dele y hoy ven a sus hijos subir a los autobuses y caminar con Cristo y María.
El fin de semana está cargado de momentos en los que Cristo camina entre los jóvenes y con los jóvenes en la peregrinación a Guadalupe y se hace el encontradizo con ellos. En la exposición del Santísimo de Alía, la misa en Villavaquita, la llegada a las plantas de la Virgen de Guadalupe, una conversación con un seminarista, los cinco minutos de silencio del sábado, la entrega de los voluntarios… Sin embargo hay un momento que marca el inicio e inaugura una experiencia que no les dejará indiferentes. La peregrinación comienza con la celebración de la Eucaristía en la Santa Iglesia Catedral, pero… ¿Por qué? Porque los jóvenes no caminan solos, caminan en la Iglesia acompañados de toda la Diócesis. Cada joven vendrá desde su parroquia pero la Catedral es la madre de todas las Iglesias de nuestra diócesis, por eso es también la casa de los jóvenes. Peregrinar es caminar al encuentro de Cristo en su Iglesia. Por eso comenzar la peregrinación en la Catedral, sede de la cátedra del Obispo, nos recuerda que por medio de la sucesión apostólica caminamos junto a toda la Iglesia peregrina desde hace más de 2000 años.

En esa Eucaristía los sacerdotes que acompañan a los jóvenes recuerdan el gran “Sí” del día de su ordenación, ese gran “por ellos me consagro” que se hace tangible este fin de semana. Es entre los muros de tu Catedral donde D. Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba, anima y envía a los jóvenes con su bendición y cariño hacia lo alto, hacia la santidad del joven que sabe que Cristo vive y lo quiere vivo. En la Catedral todos los jóvenes son iguales, los que vienen de La Salle, los de Villafranca, los de Acción Católica General, los de La Carlota, los del Colegio de la Piedad, los de Priego de Córdoba… Más de mil jóvenes de distintos puntos que caminan como una familia y se vuelven uno en la Catedral que nos une a la Iglesia universal y a Jesucristo por la sucesión apostólica. Los jóvenes comienzan la peregrinación en este templo porque es el corazón de nuestra Diócesis, estos centenarios muros llevan siendo catedral católica casi ocho siglo. Es sobrecogedor pensar que desde el siglo XIII y de forma ininterrumpida se ha venido celebrando día tras día la Eucaristía en la Catedral de Córdoba.

Por si no fuera ya lo bastante especial este momento, este viernes tendrán un gran plus de emoción dando comienzo al Sínodo de los Jóvenes, que durante tres año marcará el devenir de la pastoral en nuestra Diócesis. Tres años que comienzan en tu Catedral para pedir a Dios por los frutos de este Sínodo que intentará acercar el corazón de los jóvenes al Corazón de Cristo. Tres años en los que la Iglesia le dirá a los jóvenes cordobeses que los escucha, que los acompaña y que los necesita. Todos los laicos, incluso los que han dejado atrás los años de juventud, están invitados a vivir este Sínodo desde el principio, acompañando a los peregrinos este viernes 18 de octubre en la Eucaristía en tu Catedral.
Quedan pocos días para que se vuelvan a escuchar las maletas en el barrio de la Judería, para ver los coches llenar las calles cuando ni siquiera son horas de que estén puestas, para volver a ver la alegría de los seminaristas cantando y animando a los jóvenes, para ver a los grupos caminar en Iglesia y para disfrutar con ellos de la Eucaristía más emocionante, la que los envía a llegar más lejos. Quedan pocos, muy pocos días, porque otro año más ha llegado Guadalupe y todos caminamos con los jóvenes.
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